viernes, 15 de noviembre de 2013

Toca salvar, ahora, a los hipotecados



LOS PRODUCTOS hipotecarios, estrafalarios y variopintos, de la época de la burbuja hipotecaria, abusivos en todos los casos, con protagonistas conocidos, las Cajas de Ahorros, la telaraña de chiringuitos dedicados al negocio hipotecario, filiales en casi todos los casos de bancos y de cajas, ha pasado por fortuna al capítulo Hechos Innombrables del libro «Historia de la Estafas en Masa».

Se hicieron hipotecas con cláusulas caninas, contratos que eran auténticos humilladeros, sin escrúpulo alguno por parte de los profesionales implicados, atentos, exclusivamente, a ‘cumplir objetivos’, mejorar su nómina con complementos y dispuestos a rajar en canal, a destruir hogares y familias al primer contratiempo.

Desahuciar al hipotecado, embargar la vivienda del familiar avalista, dejar a dos familias en la calle, y mantener viva la deuda de por vida a los dos familias, fue y sigue siendo práctica habitual en el sector financiero. ¿Y los “profesionales”?

¿Si resultaba ser tan bueno negocio, por qué Cajas, Bancos y chiringuitos no aceptaban la devolución del inmueble objeto de la hipoteca? Cancelando con dicha devolución la totalidad de las deudas. La respuesta está escrita en los hechos ciertos. El negocio inmobiliario, tal como lo conocemos, tal como se practicó, era burdo, gaseoso, y solo apto para individuos y mentes sin escrúpulos.

Siempre fue falso la vieja máxima “los pisos nunca bajan de precio”. Siempre lo hicieron y en la crisis presente, además de bajar de precio se han desnucado, desnucando en la caída a todos los tenedores de hipotecas. Están pagando su bien muy por encima de su valor sin que Cajas, Bancos, políticos y “profesionales”, nadie, absolutamente nadie, se despeine. Ruina masiva y general. Estamos pagando por 100 lo que vale 40.

Hemos salido en auxilio de la Banca para impedir que nuestros depósitos saltaran por los aires y le toca el turno, ahora, acudir al rescate de los hipotecados con quitas. Quitas ajustadas al valor real de mercado de sus bienes. O lo que es lo mismo, reduciendo, sensiblemente, el valor de la hipoteca pendiente de pago.


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