4. Victoria Gurpegui

GENERACIÓN INVISIBLE

A MODO DE SEMBLANZA. Me adornan 48 años, tengo dos hijas, he sido empleada de notarías hasta hace bien poco y me levanto cada mañana con un nudo en el estómago. Para los que tenemos un cierta edad, la situación es, sin ser alarmista, bastante compleja. Se habla mucho de 'perder una generación' y se refieren a la generación que se dispone a entrar en el mercado de trabajo. Tengo por seguro, sin embargo, que la presente crisis hará más estragos en generaciones como la mía, que han sido expulsadas del mercado de trabajo.

Muchos se irán, o nos iremos, por el desagüe de la historia. Desde el punto de vista del mercado de trabajo y de lo que pontifican los dizque expertos que lo analizan, somos, literalmente, una generación invisible. Poco menos que prescindible o amortizada, aunque seamos, no obstante, la que soporta el peso de las familias y de las hipotecas, la columna vertebral de España. ¡Cuando escucho el término 'analista' o 'experto', salgo en estampida! ¡Fijo que me tangan!

Me levanto, ahora, con un nudo en el estómago, pero hubo meses en los que me levantaba de un guantazo, el que me daba la sensación extrema de fracaso. Meses en lo que la posibilidad de impago de la hipoteca, sin nadie a quien acudir, hacía estragos en mi ánimo. El futuro me parecía un tiempo verbal imposible de conjugar. Fueron tiempos difíciles, mientras en la calle se gritaba stop a los desahucios, con razón, con mucha razón, devoraba cada viernes y sábado, después del Consejo de Ministros, el BOE correspondiente, buscando cualquier rastro de Ley o decreto-ley que me sirviera de amparo.



Los instrumentos legales existen y se lo debemos agradecer a la fuerte presión social de aquellas fechas. Los bancos, más allá que acá, más muertos que vivos, sin capacidad de reacción, paralizados, optaron por los desahucios, por echar la culpa de todos sus males al chico de los recados.

Un buen día, el Roto, fabuloso humorista, acuñó una expresión, circunspecta y solemne, que puso en boca de un financiero y que resume a la perfección los hechos:

"Los empobrecidos por la crisis, están poniendo en peligro a los bancos que la crearon"
Era todo lo que necesitaba. El resto ya lo conocen. De forma inaudita, por el descaro y desahogo, los bancos organizaron la sobreoferta y el sobreprecio de los bienes inmuebles. Y lo hicieron mientras los españoles mirábamos para Andorra. ¿Nos dejamos hipnotizar o queríamos ser hipnotizados?

LA GENERACIÓN QUE ENSAMBLA


Saldremos de esta crisis como hemos salido de las anteriores, más en fila india y de uno en uno, que en grupo. La crisis dejará muchos cadáveres en la cuneta. Está mal diagnosticada y los remedios son abrumadoramente insuficientes.


Nuestra generación, invisible para los expertos, es la gran perdedora. Y si nuestra generación, la que ensambla a la que nos precede y sucede, se derrumba, la sociedad se destruye, algo obvio, muy obvio, práctico, que no parecen advertir los analistas. ¡Queda mucho por hacer! Necesitamos soluciones prácticas para la generación que cimenta España, la generación que ensambla generaciones y que, curiosamente, es invisible para los expertos.


Se lo cuento desde mi blog personal y se lo cuenta 
VICTORIA GURPEGUI



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